Por Julia Reyes
A Isía con admiración y afecto.
Cuando
hay algo que decir
se
atraen unas a otras las palabras,
se
invitan, se celebran, se hacen cómplices.
Se
arremolinan todas juntas con el viento,
se
concentran a la salida,
se
ordenan unas a las otras,
se
atesoran, las palabras.
Cuando
hay algo que decir,
se
preparan con mucho cuido
visionando
el festín,
se
acicalan detalladamente,
alisando
sus vestidos, las palabras.
Van
eligiendo sus mejores galas
y entonando
sus canciones,
cuando
aparecen alegres, novedosas, necesarias.
Toman su
desayuno como única vez
y aprontan
su minuto vital
para
salir a sonar en público.
Se
cuidan las unas a las otras
y juegan
con paciencia a perseguir la frase.
Se
apresuran con verbos en infinitivo
y anuncian
sostenidas existencias
bajo un
mismo cielo y aquí en la tierra…
Las
palabras entonces, se abrazan,
certeras
de pronunciarse en sus ilusiones compartidas.
Se
lanzan a la multitud que danza
cual una
fiesta de universo letrado,
y todas
se muestran originales en su contexto
y encuentran
los argumentos de sal
en la
profundidad de la Idea.
Cuando
hay algo que decir
abandonan
su rincón seguro,
se van,
se pierden, se transforman,
danzan
con las otras encontradas,
coquetean
con los puntos y las comas,
se
reconocen entre las comillas y sus acentos.
Cuando
hay algo que decir,
vuelven,
sirven y se conforman,
y ninguna
palabra se queda sola,
cuando
hay algo que decir.
Bendita
seas tú entre todas las palabras.
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