Por Vickyvananda
Aprendices de la vida somos, especie humanidad.
Y cada día la oportunidad tenemos de ensayar,
cultivando nuestras virtudes en cada dar;
con actitudes bondadosas, respetuosas, aprendiendo a Amar.
Con pensamientos benevolentes, sentires de la Mar.
Expresándonos en lo que sentimos sin ocultar.
Con las emociones transparentes como lo hace el agua al cantar.
Nuestra naturaleza no entiende de razones, de lógicas, de comprobaciones,
entiende en el lenguaje sensible de lo inmaterial,
de esa gran Fuerza de Luz que nos sostiene y nos lleva a volar,
que nos sube, que nos baja, que nos acoge,
que nos mima llevándonos hacia la otra orilla del mar.
¡Solo hay que dejarse llevar!
Flotamos en el océano como cuando la matriz que nos albergó,
y de ahí no podemos desertar.
Nuestra naturaleza entiende el silencio de la Luz como el lenguaje de la Mar,
viajero del viento, mensajero de Amar.
Y en cada encuentro, la virtud de cada gota recibir,
que en el viaje por la vida, la Mar la ha acercado para aprender a apreciar:
y no para combatir, no para competir, no para criticar, no para agraviar.
Le ha acercado para aprehender a admirar,
ya que las ofensas no vienen de la Mar.
Somos ofrenda como la Infinidad.
Y cuando en la belleza de esa inmensidad
fundidos reflejos nos sentimos, como una expresión de atar,
¡disponte y sumérgete en donde todo es alabar!
Y ahí con gratitud y sumisión estarás,
maravillado de tanto, que solo extasiado y enamorado te sentirás.
Y si de calidades oyes, recuerda la bondad.
Y si de cantidades oyes, recuerda la vastedad de la Mar.
Y si de propiedades oyes, recuerda la grandiosidad Universal.
Y si de orgullos oyes, recuerda la humildad.
Y si de culpas oyes, recuerda disculpar.
Y si de fuerza oyes, recuerda la debilidad y flexibilidad.
Y si de guerra oyes, recuerda la concordia y la virtualidad.
Destinados estamos a aprehender a Amar.
¡Fundidos estamos ya en la infinidad!
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