Por Zaida Amapola
En la noche, el quital de mi casa, tan pequeño se hizo grande, porque su techo, el
cielo, extrañamente no tenía límites y mi solitaria vida se acompañaba de seres
voladores, llamados estrellas.
En la noche,
ella la luna bajó del cielo y se sentó a mi lado, en el
quital, para conversar, estaba
plena, iluminada, desbordada, llena.
Su rostro redondo y pardo, matizaba con el
caudaloso caer de una cabellera blanca y des-cabellada, desordenada. Curiosamente ella la luna no era una mujer de leche, no era una mujer de queso, no era de
nata no. Sólo sus cabellos eran luz.
Difícilmente
podía descifrar si era niña o era mujer madura o anciana; los gestos de su rostro fuertes, hondos y llenos de experiencias, sus
arrugas eran trazos de color. Cantaba como una niña, miraba como una anciana,
se movía como una mujer..
Hablamos por horas en el quital, así como hablan
las mujeres, de todo al mismo tiempo, saltando de un tema para otro, misturando
emociones. Dio tiempo para arreglar alguna planta, cocinar un té y decorar algún vestido..
A veces la luna lloraba con un tibio silbido. Ella
era como mis amigas, se anticipaba a todos mis movimientos, rápida y
entregada... Yo elucubraba mientras la seguía...
Se acostó en el quital, mirando hacia el cielo, se contemplaba a ella
misma espectral entre la neblina.
Yo trenzaba su cabellera a veces longa, escurridiza como una río a y a veces firme y
compacta como un tejido; trenzaba y
trenzaba sin saber si mis manos eran parte de
su cabello, o eran simplemente dedos..
La Luna contemplaba al cielo añorando el
futuro, viajaba por el mapa estelar con sólo su
mirar, visitaba cada rincón de las
galaxias, sus ojos eran espejos , reflejos, de aquellos paisajes.
Yo trenzaba y trenzaba y no sabía si mis manos eran
parte de su cabello o simplemente dedos... y mientras trenzaba me llegaron imágenes : rostros de mujeres, lindas. lindas
todas; viejas, niñas jóvenes, madres, intelectuales,
empresarias, artistas, sembradoras, tantas mujeres También vi ojos de hombres y
niños, vi ojos de animales Buhos y gatos.
Conmovidos..
Tantos seres conversaban con la luna llena.. de
noche, en el quital..
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